viernes, 17 de febrero de 2012

Dios tiene que pedir listados a la Sociedad...

El otro día un superintendente de circuito afirmaba en su elocuente conferencia, que aquellos que no estén bautizados no podrán sobrevivir al Armagedon, pues no tienen el sello que los identifique como pertenecientes a la organización de Dios. 
Ahora me pregunto...¿será acaso que Jehová, consultará primero con las bases de datos de la sociedad antes de meterse a armar guerra en Armagedón? Claro, tendría que hacerlo, de si no podría exterminar a sus siervos por error, personas que irónicamente El considera justas porque un cuerpo de ancianos así lo decidió para que puedan ser bautizadas. Ese dato la verdad, ¡no me lo sabía!. Un entendimiento nuevo...
¿quién tiene el derecho para considerar a alguien justo?, ¿no tienen derecho a ser justos por ejemplo aquellos infelices niños que mueren de hambre en Africa, que no tienen oportunidad siquiera a desarrollarse?, o es que, ¿hemos vuelto a los años de feudalismo?, régimen tan criticado por nosotros, como una de las más inteligentes "estrategias de mercado de la religión católica"..., de ser así, "nuestra" organización tiene excelentes profesionales en marketing. Nos dicen estupideces, y la orda de borregos dicen "si, sii, si" sin darse cuenta en lo que se están metiendo. EN LO QUE ME METÍ. Si no tienes el favor de tus ancianos, pues podrías ganarte fácilmente una expulsión -excomulgación- y perder la oportunidad de tener la vida eterna -el cielo-. Vale! ¿Creen que Dios va a pedirles consejos a ellos al momento de sopesar el valor de sus siervos?. ¿Será por eso que no falta el anciano todopoderoso, que porque tiene el título de ser Anciano, se cree la mamá de tarzán?...ahora entiendo por qué se creen tanto...si Dios tiene que bajar del cielo para averiguar lo que El no sabe...
¡Qué ironía me veo en obligación de presenciar!

miércoles, 15 de febrero de 2012

PAGLIACCI


Qué hacer cuando al final de la película tan esperada, tan ansiosamente observada se termina, solo quedan las letras blancas en el fondo negro, rodando hacia el cielo, hacia dónde no puedes ir a mirar…
Cuando el telón cae, no quedan más que los actores desnudos y huesudos, las sonrisas brillantes se desvanecen, la falsa desaparece. ¿Dónde queda el espectador?, ¿Dónde está el lugar para las preguntas sobre el qué sucedió…?.
No sé qué soy, actor, espectador o simplemente ¿estoy haciendo de mi vida una pantomima?. Pero me siento como Pagliacci, al final de la obra tratando de no olvidar que se trata de un teatro para no mezclar con la realidad de mi frustrada situación.
Cuando te habéis bebido el antídoto de la verdad de “la verdad”, te resulta como un poderoso veneno que invade tus venas, te confunde y deja perplejo. Todo  ha vuelto a girar a mi alrededor. Será por eso que inconscientemente he tratado de extraerme de esto, pero no soporto la realidad, me siento atada, entre jaulas sin poder abrir mis alas.
¿Qué hacer cuando toda tu familia está adoctrinada a una falsa?, un familiar ha sido “expulsado”, he tratado de animarle, pero al mencionar esto a otro pariente –ejemplo de santurronería en la congregación, que ha sudado la camiseta literalmente; pero a costa de la cordura de los miserables que hemos tenido que soportarle toda la vida…-, reaccionó como si hubiese ido a entrevistarme personalmente con el mismísimo Satanás.  No es justo, pobrecillo, todos son conscientes que está siendo víctima de ancianos conspiradores y solapadores de quién más le conviene, pero aún así, no tiene contemplación en decir que por su condición de desasociado no tiene derecho a la palabra de un familiar. Por Dios, ¡Qué estupidez tan grande!, esa persona no tiene nadie en este mundo, sólo a su familia, y si nosotros le volteamos la cara ¿dónde puede ir en busca de consuelo?. Tengo que admitir que cuando vi la reacción de este pariente “santo” me dio tanta rabia, pero contuve la respiración y creo haber reaccionado inteligentemente. De todas formas la indignación me cunde.
¿Se imaginan lo que haría mi familia conmigo si decidiera renunciar a esta falsa?. Perdería todo, y soy demasiado cobarde para perder lo poco que tengo. Quizá, y lo deseo de corazón, cuando mis parientes más amados y ya envejecidos, duerman en la muerte, tendré el valor que me falta. No deseo anticiparles la muerte de ninguna manera. Mientras tanto, tengo que seguir en esta laguna mental en la que me he metido, vivir en la penumbra, seguir investigando para quedarme en silencio. Saliendo a engañar a la gente con un cuento que ya yo no lo creo.  
Hay días que sólo quisiera salir corriendo a la cima de una montaña y gritar, gritar “¿Por qué Dios?” como si gritando conseguiría que El me escuche. Por qué tanto engaño, por qué tanto dolor en el mundo, por qué tanta conspiración justamente en dónde uno espera claridad, por qué la felicidad y libertad es sólo para unos cuantos. Por qué tuve que nacer en una familia que cree ciegamente en una mentira. La religión siempre ha sido y será el opio de los pueblos, de los pueblos vagos que les encanta recibir la información ya procesada, en dónde en dos líneas se limita a decirte que debes creer , de qué color es Dios.
Ahí, de nuevo estoy, en medio de tantas desvariaciones, de tantas preguntas  sin respuestas, y lo peor, con todas las ganas del mundo por investigar, por sentarme en una biblioteca y devorarme los libros en busca de una respuesta. Pero las cadenas me atan, no tengo tiempo ni para mi, y los días pasan y cada vez me siento con más frustración.  Tomo un libro a fin de investigar, pero en casa todos les es molesto que lea información no “teocrática”, así que me ponen deberes para que les ayude con discursos, partes…, y para no echar por suelo mi papel de “Pagliacci”, me veo trabajando en endulzar palabras para que otros crean lo que yo no. Se ha vuelto algo cíclico, y temo por el día que reviente y diga, no más.
No más…